Todos hemos experimentado la tentación de posponer una tarea importante en lugar de hacer algo más agradable y fácil. La procrastinación es, en esencia, el aplazamiento de tareas importantes para una fecha posterior, a menudo más tarde de lo necesario, y puede tener efectos perjudiciales en nuestra vida.
La procrastinación puede afectar la productividad, el bienestar mental y físico, las relaciones interpersonales, y el éxito estudiantil; especialmente en sistemas de educación semipresenciales y a distancia.
Es importante saber por qué procrastinamos para poder entender sus consecuencias y cómo podemos superar este hábito. Hay muchas razones por las que desarrollamos esta conducta. Una de ellas es el cansancio cognitivo, lo que significa que nuestra capacidad para tomar decisiones y concentrarnos disminuye a medida que el día avanza. Si estamos cansados o distraídos, es probable que nos sintamos tentados a posponer tareas importantes.
Otra razón por la que procrastinamos es que no dividimos las tareas grandes en tareas pequeñas. Es fácil sentirse abrumado por una tarea compleja y, por lo tanto, es más probable que la posterguemos para otro día. Si dividimos la tarea en piezas más pequeñas, es más fácil concentrarse en una parte y avanzar gradualmente.
El Dr. Joseph Ferrari, un autor experto en este tema, ha identificado al menos tres tipos de procrastinadores:
- Aquellos que persiguen la emoción de hacer las cosas contra reloj: Les gusta sentir la adrenalina que se produce cuando se acercan a una fecha límite y hacen todo lo posible por llegar justo a tiempo.
- Aquellos que posponen las actividades por el miedo al fracaso o al éxito: Tienen miedo de que las tareas no sean lo suficientemente buenas o temen que al tener éxito, puedan estar bajo escrutinio de los demás. Para estos procrastinadores, es mejor posponer la tarea para evitar críticas.
- Aquellos que simplemente no quieren tomar una decisión: Tienen miedo de hacerse responsables de lo que resulte y prefieren posponerlo a cualquier costo.
La procrastinación en estudiantes de modelo semipresencial y a distancia.
Para un estudiante a distancia o semipresencial, la procrastinación puede convertirse en un problema aún más grave que para un estudiante tradicional. Al no tener un horario fijo de clases y no contar con la estructura de un salón de clases, es fácil caer en la tentación de postergar las tareas importantes. Además, la falta de interacción social y de la sensación de estar en un ambiente de aprendizaje puede llevar a que se prefieran actividades más placenteras, como ver películas o jugar videojuegos, en lugar de dedicarse al estudio.